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Lo mismo da que nos hubieran dicho que el estallido en la Torre B2 del complejo administrativo de Pemex  en la ciudad de México fue a causa de una fusión cuántica y que se abrió un portal espacio-temporal en el sótano del edificio B2 (y por ello se aparecieron los XMen  por ahí)

o que la explosión se debió a que las cloacas que corren por debajo del edificio estaban llenas de material en descomposición( osea, cosas como la credibilidad de Televisa y TV azteca o peor aún, la credibilidad y fortaleza moral de los consejeros del IFE), y eso fue lo que provocó el exceso de gas que posteriormente con un chispazo de indignación estalló; y además  que este es un gas que no huele ni hiede, y que nadie se intoxico con tan grande acumulación (échenle un ojo al articulo sobre la intoxicación  y muerte de cuatro hombres en la central de abasto a causa de gas http://www.jornada.unam.mx/2012/05/19/capital/034n1capmetano  ),   y que no se quemo nada  y que no hizo flama (¿y entonces de dónde salió esa columna de humo que se ve en la fotografia?) y que los maquillajes son más peligrosos, y que antes PEMEX en un tuit había dicho «Se ha   comprobado que no existe presencia (SIC) de gas en ninguna de las instalaciones del centro administrativo»

NO hay gas3

y que fue una implosión y no una explosión, y que…, y que.., ¡y que la mamá de las muchachas!…digan lo que digan, inventen lo que inventen, argumenten  lo que argumenten y  justifiquen como se justifiquen,en hechos trágicos, como el reciente caso de Pemex , o en ABC, o en el terremoto del 85, o en el asesinato de Colosio, o en lo sucedido en el 68; el gobierno de México, en cualquiera de sus niveles,  siempre será cuestionado,siempre serán puestas en duda sus aseveraciones, siempre sus conclusiones serán vistas como un deslinde,como una mentira y lo que nosotros opinemos al respecto, creamos o sospechemos del caso en cuestión, al gobierno ¡le viene valiendo madres! El «haiga sido como haiga sido» de, Felipe Calderón, sintetiza de forma clara y contundente el valor que el gobierno mexicano le da a la vox populi, y si con esa frase no bastara , remitámonos a otro célebre espécimen de la política mexicana quién nos recetó otra frase para la posteridad «Ni los veo, ni los oigo» si, Carlos Salinas de Gortari, así se expresaba cuando de casualidad se enteraba de los reclamos de la oposición a su gobierno.

La pregunta que me mueve ahora a escribir este post, es tratar de indagar a qué podemos atribuir estos dos fenómenos de comunicación ya mencionado líneas arriba. Uno es, la incredulidad a lo que dice el gobierno y el otro el valemadrismo del gobierno a nuestra incredulidad. El primer fenómeno no es tan complicado de entender, si nos remitimos a la historia de México  encontraríamos un sin número de hechos que darían testimonio claro de la infinita cauda de mentiras que han acompañado la verborrea discursiva de la clase política mexicana, ya sabemos que cuando nos dicen «Son Medidas difíciles de tomar, pero son en beneficio de la población…» o «Se llegará a las últimas consecuencias» o «Estamos investigando» o «Se aplicará todo el peso de la ley» o «Estamos creando una comisión que se encargará de las investigaciones» o «Los peritos dicen…» etcétera, etcétera, ya sabemos, repito, que el asunto se chingó, que se va a quedar sin esclarecer, que los culpables no recibirán castigo o que inventaran a unos chivos expiatorios (ahora están de moda los perros), y que nunca vamos a saber la verdad de los sucedido ( y aquí es donde entra el otro fenómeno), y que al gobierno le importa un cacahuate si creemos o no en lo que nos dijo, nos dice o nos dirá.

Esto último es más  difícil de entender y es que en México las cosas son y siempre han sido  alrevesvolteado, porque quien debería temer al sentido de nuestra opinión sobre su desempeño es el gobierno y no al contrario, donde somos nosotros los ciudadanos  los que tememos siempre las represalias  sobre nuestro actuar. Este comportamiento, donde el gobierno ( que debería darnos cuenta pormenorizada de su forma de trabajo en todas las actividades en que se ve comprometido), se asume como dueño y señor de la verdad absolut (así como el vodka) y de la impunidad a la hora de rendir cuentas, no es exclusivo de los mexicanos, de hecho habrá países donde hasta en eso nos ganan, pero aquí no vamos a aplicar aquella frase de «Mal de mucho consuelo de mexicanos» o… ¿qué? ah ¿no es así? perdón, me dio el síndrome del Chapulín Colorado,  la frase correcta es «Mal de muchos, consuelo de pendejos», en México el gobierno nos miente y nos miente bien chido, y ya nos tomó la medida desde la época prehispánica, donde la clase gobernante nos daba atole con el dedo hablándonos de los sacrificios humanos para tener contentos a los dioses que necesitaban alimentarse de la roja y calientita sangre hasta la saciedad, esto con la finalidad de que tuviéramos buenas cosechas. Después, en la época colonial, pues la idolatría católica se dio vuelo con la promesa del paraíso pa los bien portados agachones y el santo oficio,la excomunión,el paredón y el infierno  para los insurgentes libertinos.

En etapas posteriores las mentiras justificaron la pérdida de la mitad del territorio, la entrada de un príncipe austriaco y la entronización de un oaxaqueño como dictador; mismo  que fue sacado a patadas de palacio nacional con otra mentira, la  de mejorar las condiciones de vida de los campesinos y la justicia para el obrero, y así, mintiendo, es como llegaron  los sonorenses, a punta de balazos y mentiras  crearon su partido y de ahí pal real, la mentira institucionalizada hasta el 2000 cuando la alternancia y las mentiras se vistieron de azul y se prometió «No les voy a fallar» para terminar mintiendo y robando  por sistema (igualitos que los tricolores pero con el plus de ser mochos), y así con mentiras,  justificaron la muerte masiva de miles de mexicanos y permitieron, con  mentiras, el regreso del dinosauro, que hambriento de «credibilidad», vuelve con un costal lleno de sofisticadas mentiras, que van del «nosotros no usamos tarjetas monex», hasta «el que rebasó los topes de campaña fue AMLO», de risa loca  si no fuera tan penoso y grave, y todo ello, aparte de ser una tradición, se da porque los mexicanos lo permitimos, de veras, pareciera que no nos importa, que lo que vale aquí  es  hacer las cosas chuecas, hacerlas mal para que funcionen; se debe de tranzar, pues «El que no tranza no avanza» y si se tiene de donde robar, pues se roba, «porque si te lo ponen ahí, eres muy pendejo si no aprovechas» todas las anteriores frases son diagnósticas y dan un panorama claro de lo que el mexicano y su clase política creen que es lo óptimo y válido en la lucha dentro de la arena política  mexicana.

Y para que la explicación salga redonda, debemos referirnos a ese monstruo que todo político bien parido teme y que vive en el trasfondo, en lo más oculto y soterrado de su alma, y que  es el miedo nunca confesado a fallar, o más bien, a que se sepa que, como todo ser humano, los políticos son falibles. Ese miedo a pasar por inepto o pendejo y lo peor, que se lo comprueben y que se sepa, hace que el político en especial, y el mexicano en general, use el   contraveneno, el arma máxima para no quedar mal,la pócima mágica contra la pendejes y el error: La mentira, que se mezcla con la justificación y se endulza con el  «yo no fui», o el «no me corresponde» (Y lo mismo, esto último,  lo dice la SCJN-caso Cassez- el IFE -fiscalización de lavado de dinero-  , el INAH -caso Teotihuacan, etc., etc. ), argumentaciones pueriles que el  gobierno utiliza de forma reiterada y continua pues así tapa sus tropezones, no crea expectativas, se escuda en las leyes a modo  y espera que la medicina del tiempo cure y haga que se olvide todo y si a eso sumamos que el gobierno  sabe que no tiene en el pueblo un interlocutor pensante y cuestionador, pues no hay problema «al fin que todas formas se las tragan «.

¿Y  los medios de comunicación qué papel juegan en este juego de falsedades? Pues de tapadera y de caja de resonancia, con ellos no hay bronca, escasos dos o tres que preguntaran, indagarán, analizarán y llegaran a sesudas conclusiones que se perderán en el mar de elogiadores a destajo de las empresas televisoras y de los periódicos y radiodifusoras que colaboran con el gobierno, pues para eso tienen su concesión,  para no dudar, ni permitir que se dude de la palabra del señor gobierno.  Todo es cosa de esperar, la gente pronto olvida y cuando llegue  el próximo siniestro o escándalo, se pondrá a echar a andar a la maquinaria justificadora, maquiladora (¿o maquilladora?) de cortinas de humo  y listo ¡ Aquí no ha pasado nada! ¡Todo tranquilo para la gran familia mexicana! a repartir hipócritas condolencias a los familiares de los difuntos, si los hubo, tres días de luto vacacional y más fútbol y telenoverlas para pasar el trago amargo, que todo fue culpa del gas. ¡Ay México como me dueles!